(viene
de la primera página.....)
Los Tigres, los devotos del Aurinegro somos pocos, amamos nuestra
institución, nuestros colores, no nos colgamos de algunos
esporádicos triunfos, no hinchamos el pecho sólo cuando
gana al celestoide. Somos Tigres orgullosos, muy orgullosos, no
le escapamos a una apuesta de lo que sea sólo por orgullo
y porque no le tenemos miedo a nada, no nos corremos jamás.
No nos negamos el placer de revirar la apuesta y ver transpirar
al obeso de nuestro amigo celestín cuando las cosas van mal
en el partido. Si perdemos le pagamos y punto, plata tenemos, orgullo
nos sobra y distinción… abunda. Y si ganamos, lo tomamos
como si nada, con elegancia, garbo y charmé; no vivimos echando
en cara a nuestros adversarios como si fuera la final de la Champions
League, nuestra vida es abundante de éxitos profesionales,
humanos, sociales, académicos, deportivos, etc. Vivimos las
victorias y éxitos a diario y lo tomamos como si nada y sin
embargo afrontamos estoicamente las pataletas pseudovictoriosas
de aquellos que sufren en la vida, que no tienen más éxitos
que estas tristes victorillas porque luego tienen que volver a sus
paupérrimas y deprimentes vidas, esperando el momento de
echarnos en cara algún otro clasiquillo ganador. Vayan a
festejar si pueden, luego deberán volver a su fútil
y triste realidad que viene a diario y no cada 4 meses de partido.
Soy del Tigre porque cada vez que perdemos sufrimos y sufrimos con
sentimiento, nada de hipocresías… sufrimos y mucho
para ganar y perder… hasta el último hálito
del partido tenemos la respiración y el suspiro contenido
porque sabemos que jamás vamos a ganar holgadamente, siempre
sufriendo, siempre pidiendo hora, pero siempre aliviados y satisfechos,
así somos los tigres… sufridos carajo….
Soy del Tigre porque cuando oigo el Kalatakaya Huarikasaya del gran
Chupita Riveros respondo como loco “Hurra Hurra” y grito
orgulloso el Tigre..Tigre…Tigre y no como los del frente que
responden c…..o no sé qué cosas en su castellano
mal hablado.
Se vive como se juega y se juega como se vive, no hay tigre cínico,
déspota y frívolo, todos somos sufridos, apasionados,
emocionales, cardíacos, somos entusiastas, febriles, ardientes,
vehementes, delirantes, exultantes, joviales y demás. Somos
puro corazón, puro sentimiento un sentimiento que no se puede
explicar… no se enseña en la calle o en los bares de
mala muerte, se vive en la cancha, jugando desde niño a ser
del Tigre y luego alentando a quienes les toca ponerse la oficial.
Es un sentimiento que no se explica porque lo inexplicable no se
enseña, se siente adentro del corazón, tan adentro
que duele como plomo cuando los resultados nos desangran o cuando
nos inflan en pecho al acompañar los triunfos. Siempre duele
señores… ser del Tigre siempre duele.
Pero al final… un Tigre es Tigre hasta la muerte… como
don Rafita Mendoza que lloraba cada domingo por ir a ver su Tigre
y no podía porque su corazón lo obligó a vivir
en Cochabamba, lejos de su Achumani del alma.
Soy del Tigre porque soy gente bien, aplaudo los triunfos del Bolívar…
tan endeudado, tan intervenido, tan complicado, tan lleno de mañas
y también lleno de un discreto fútbol que nos gana
a veces y nos hace ganarlo en otras.
Soy del Tigre señores, porque pese a todas las cosas que
acabo de decir… NO LO PUEDO EXPLICAR… es como un nuevo
romance diario, como maripositas pequeñitas en mi panza cada
vez que lo veo salir a la cancha o en el muro en la pared de algún
restaurante o taller mecánico o en el inestable caminar de
un recién iniciado de pocos añitos, NO LO PUEDO EXPLICAR…
porque ser del Tigre… es ser tan grande como se siente ser
Dios.
Atentamente: Luis Miranda
Dedicado a los Cholis que se les subieron
los humos por estar en el poder...
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