Guabirá (4) vs. The Strongest (1)
Entraba en los cálculos una derrota o en Cocha contra Aurora o en Montero frente a Guabirá.
Todo el mundo lo decía: “El Tigre tiene más difícil esta parte final del torneo”, y como se pudo evidenciar anoche, así fue.

Sin embargo, todo parecía comenzar bien. The Strongest no se metió atrás a buscar un empate, cosa que esta vez, tal vez y solo tal vez podría haber sido la mejor opción, especialmente después de la salida de nuestro 10, sino que salió a ganar este otro difícil encuentro.

Y jugaba bien, con confianza y concentración cuando llega el primero con gol de penal del Quique… todo salía a pedir de boca.

Pero algo pasa cuando en un momento dado ocurre algo imprevisto.

No somos Ortega-dependientes, eso lo sabemos, pero mover una ficha de nuestro tablero provoca un desastre, lo que no sabemos es a causa de qué.

El Mago se lesionó después de otra dura entrada del rival. Aquí hay que mencionar que los árbitros no están castigando con suficiente dureza estos abusos que también vimos en Cocha.

Los rivales saben que una de las pocas maneras que tienen de “bajar” al Tigre es forzar la salida de nuestros jugadores a fuerza de patadas y en especial contra nuestros atacantes, ya que también saben que nuestra defensa es una gelatina.

Y así exactamente fue. Sale Ortega, y a pesar de la entrada de un crack como Sotomayor, el volumen ofensivo, y en especial el control del medio campo decayó.

Es así, como al puro pelotazo, con nuestra defensa que nunca pudo ganar ni en velocidad y ni siquiera en el salto, nos metieron una goleada impensada.

Cuatro goles con cuatro errores defensivos nos provocan un severo tropezón, que sin embargo no nos baja de nuestra posición de líderes.

Aún queda camino por recorrer. Como se dijo, una derrota en esta plaza entra en los cálculos. Pero también nos muestra que hay cosas muy importantes que corregir de cara al próximo año, y en especial de cara a un torneo internacional.

Hay que reforzar (que no rellenar) la defensa. Necesitamos defensores centrales.

Tenemos medio campo, tenemos ataque… pero vuelvo a repetir, nos faltan defensores, buenos, altos, fuertes, veloces, jóvenes… y hay que sacarlos de debajo de las piedras si es necesario.

A pesar de todo, el apoyo de la hinchada no debe disminuir. En Montero vimos nuevamente cómo el Tigre está movilizando a su hinchada del interior, y aunque nuestros Tigres cruceños se fueron tristes anoche, fueron lo mejor que se vio en la Caldera del diablo.

¡¡¡Vamos Tigre!!!

Viscarra (8): Pobre Billy. Se lo vio impotente y cabreado por la fragilidad de su defensa. Esta vez no nos pudo salvar.

Bustos (5): El Chacho, como toda la defensa, se vio sobrepasada por la simple estrategia del rival.

Pedraza (3): Ante un poco de presión del rival se le notan las carencias de las que adolece.

Jusino (3): Dónde estaba el “capitán” y “seleccionado nacional”?

Roca (6): A momentos se pasa de revoluciones, pero fue lo mejor (o menos peor) de nuestra pobre defensa.

Arrascaita (7): Generó el primer gol, y siguió aportando en ataque hasta que fue reemplazado.

Quiroga (4): En su trabajo de contención, falló y mucho.

López (7): El mexicano es regular, y eso en nuestro medio es muy valorable. No debió salir.

Ortega (7): El mago fue la clave en este partido, tanto para lo bueno como para lo malo. Esperemos que su lesión no sea de consideración y que se recupere pronto.

Triverio (8): Ni en los peores momentos del equipo deja de marcar goles. 19 ya van y es el máximo artillero de nuestro país.

Chura (7): Nuestra joven estrella es de lo mejor que tenemos. Tampoco debió salir.

Sotomayor (7): Entró en reemplazo de Ortega dejando un vacío en el medio campo. Tiene que trabajar en su físico, no puede ser que los rivales lo desplacen con tanta facilidad.

Wayar (7): El Capitán volvió y ya juega como siempre. Debió entrar en vez de Quiroga.

Arias (4): Su entrada fue como quitarle un jugador a nuestro equipo.

García (5): Si el cambio fue por evitar la segunda amarilla de Arrascaita, bien. Pero su aporte fue muy poco en este partido.

Cabanillas (4): Se aplaza nuestro DT por los cambios incomprensibles que hizo. Las salidas de Chura y López no hicieron más que darle aire a la defensa y medio campos rivales. Nunca sacó a Quiroga que estaba jugando horrible, y metió a Arias como si alguna vez eso hubiera solucionado algo.

El árbitro (5): El VAR tarda muchísimo en detener el partido para analizar jugadas. Barro miró siempre a otro lado ante las durísimas entradas de los montereños. Sin embargo, no influyó directamente sobre el resultado.

La hinchada (10): Otra vez, toda una tribuna repleta de valientes atigrados que no dejan de alentar. Simplemente hermosa la postal que nos dejaron en Montero.

Germán Panichelli, Julián Jiménez y Arturo García valdrían varios millones de dólares actualmente. El primero, argentino de nacimiento, que vistió igualmente la camiseta de River de su país. El segundo, de nacionalidad paraguaya, dejando gratas impresiones en el Cerro Porteño. Y el tercero, oriundo de nuestra Santa Cruz, goleador en todos los clubes donde militó. Fue como si en el cielo, se diera una reunión entre las Almas de Viloco y José Villamil para diseñar al centro delantero perfecto: cabello rulo coposo, cabezazo letal, imparable por arriba, definición mortífera en situaciones uno a uno contra el portero, potencia física y garra total – y no en el sentido normal, sino de lucha de altísima exigencia.

Una vez que el prototipo estuviera listo, se decidió su primera encarnación: El argentino Panichelli destrozó arcos hasta cansarse, podía llevarse un tren por delante con su fuerza, tenía la habilidad de convertir los rechazos de los defensores en opciones de gol debido a su gran técnica con los pies y tampoco perdonaba desde media distancia. Un portento físico que parecía obtenido de experimentos genéticos constantes. Una máquina de goles al servicio de nuestros colores. Panichelli no jugaba: aniquilaba al rival y no quedaba nada. Nuevamente en el cielo, nuestra comisión decidió simplemente una modificación al genoma: un bigote elegante y casual iba a distinguir a la siguiente encarnación: nace entonces en Paraguay Julián Jiménez, cuya profesión en el carnet de identidad rezaba “fabricador de goles a escala industrial”. Despiadado, como un misil, pero ágil y potente como un tigre, poseía la fuerza de un tractor y arrasaba a las defensas rivales con la misma facilidad que un tsunami se lleva por delante una caja de helados. Los rivales pensaron que con la salida de Germán iban a tener algo de tregua. Llegó Jiménez y propusieron que, para equilibrar opciones, ellos deberían ser permitidos de jugar con 12 jugadores.

Volviendo al cielo, nuestra comisión ya había trabajado en el tercer modelo. Escogieron que encarne en Bolivia y encuentre en nuestro club sus mejores años. Arturo “Pino” García puede que esté identificado con Oriente Petrolero, pero fue con la amarillo y negro donde más delantero centro se sintió. El cruceño parecía el producto de una inteligencia artificial avanzada por su capacidad de anticipación, posicionamiento, visión táctica y decisión. Su compromiso fue total y la leyenda dice que sus goles obligaron a los matemáticos a pensar en mejores herramientas que la aritmética: decidieron inventar el razonamiento exponencial para poder convertir en una cifra escrita la cantidad de goles de Arturo, que junto con Julián y Germán constituyeron una fuerza nuclear derribadora de campeones y generadora de gloria. Eran incontenibles y con fuego interior inmenso, como sus goles. ¿Podremos ver a la cuarta encarnación en 2024?

BELLEZAS ATIGRADAS