Todo hincha jura que su equipo es el primero; pero en
Bolivia pocos pueden probarlo con tanta propiedad como los
stronguistas. De hecho, son los primeros que cuentan con un
centro documental donde se acumulan las pruebas de su
liderazgo histórico: la sala de trofeos del Club The
Strongest. Está ubicada en el complejo de Achumani, el primero
que un club de fútbol erigió en Bolivia y de suyo, hoy también
el primero en cuanto a infraestructura.
El tercer piso de la Casa del Tigre, desde donde se
observan panorámicamente piscinas, canchas, toboganes y el
estadio Rafael Mendoza, cobija al museo. Trescientas copas,
las fotografías de 98 planteles titulares, banderines,
recuerdos diversos y los registros de prensa documentan 94
años la primacía aurinegra. Ya de entrada, las luces señalan
una amplia vitrina y las fotos que demuestran la mayor
vigencia histórica de los atigrados. Allí, encabezados por
José López Villamil, posan los organizadores del primer equipo
en fundarse entre todos los que han participado en la Liga
Profesional.
Esas imágenes, del año 1908, principian una implícita
mirada de la historia del fútbol boliviano. Por entonces no se
realizaban campeonatos, sino simplemente desafíos entre los
primeros clubes. Eso hasta que en 1914 se organizó el torneo
inaugural de la Asociación de Fútbol de La Paz: La Copa Vega.
El primer campeón paceño fue The Strongest, fotos y el trofeo
Vega ocupan un lugar de privilegio en el museo.
Así se iniciaron los 35 años de la era del-- fútbol
amateur. En ese lapso los atigrados fueron quienes más
campeonatos ganaron: 11 sobre 27. En 1930 se dieron el lujo de
salir campeones invictos y sin goles en contra. De ese tiempo
de abrumadora superioridad, el museo guarda otra singular
credencial: un trofeo platinado con forma de velero que
destaca a los primeros tricampeones paceños por las copas de
los años 14, 16 y 17.
No lejos, se halla el trofeo y las fotografías del primer
club que ganó en el estadio Hernando Siles. Liderado por Félix
Reyes Ortiz, el 17 de enero de 1930 el Tigre derrotó a su
entonces clásico rival, Universitario, por 4 goles a 1.
Y fue precisamente en esa primera gran etapa del fútbol
boliviano que The Strongest también inició la exportación
craks al extranjero. En efecto, la historia cita que el primer
boliviano en salir a jugar al exterior, y nada menos que a
Europa, fue Reyes Ortiz. Por razones de estudio, el delantero
se trasladó a Inglaterra, donde pronto se integró al South
hampton. Pero por si el debut de ese boliviano en la cuna del
fútbol mundial pudiese considerarse fortuito, otro baluarte
atigrado emigró con todas las de la Ley. En 1941, el arquero
Vicente Arraya fue contratado y se hizo estrella del club
Atlanta de Buenos Aires. Por esos años un compañero de Arraya,
el defensor Alberto Achá, también fue contratado por un club
mexicano.
En la transición a la época profesional (1950 – 1960) los
desafíos internacionales se intensificaron. En esos años los
atigrados se convirtieron en el mejor club boliviano en
cotejos con clubes de otros países. Fueron los únicos que
ganaron más del 50 por ciento de sus compromisos.
Sucesivamente, el tigre confirmó su apelativo de “derribador
de campeones” que el 9 de noviembre de 1941 le habían puesto
los hinchas. Una fotografía panorámica muestra que entonces
derrotaron al mítico Independiente de Avellaneda que lideraba
Arsenio Erico por 3-1, con goles de Serapio Vega.
A parir de 1960, en consonancia con el nacimiento de la
copa Libertadores de América, el fútbol boliviano se veía
forzado a consolidar la etapa del profesionalismo. Sin
embargo, los resultados eran dolorosos, en especial cuando los
cuadros nacionales jugaban de visitantes. Entonces los
aurinegros marcaron otro hito inamovible. The Strongest fue el
primer representante al evento sudamericano que ganó en
calidad de visitante. Se impuso a Liga de Quito por 1-0 con
gol de Roberto Bonano, el 31 de enero de 1965, otra fotografía
histórica de la sala de trofeos.
En la siguiente década, el Tigre no dejó de marcar
primacías tanto en campeonatos paceños como en nacionales.
Llegó en tres nuevas oportunidades a la Libertadores. En 1977,
cuando un ajuste estructural dio nacimiento a la Liga
Profesional del Fútbol Boliviano, el primer campeón fue,
claro, The Strongest.
De ambas épocas suman caudillos y estrellas como Luis
Galarza, Ricardo Fontana, Rolando Vargas, Luis Fernando
Bastida y Eduardo Angulo. Ya la historia de los 90 es harto
conocida y no desentona con recurrentes títulos y victorias.
No por nada hoy, de acuerdo a los reportes de la FIFA, The
Strongest figura como el club boliviano mejor posicionado. En
un contexto de más de 3.500 clubes profesionales y 300
listados, los atigrados ocupan el puesto 65.
Así, el palmarés deportivo atigrado se muestra
sobreabundante en las salas que hacen a su memoria
institucional. Incluso suman trofeos en otras disciplinas como
básquetbol, tenis, natación y boxeo. Sin embargo, The
Strongest encabeza además otro tipo podios, en virtualmente
todos los campos.
Muy posiblemente The Strongest ha sido el primer club en
ganar afectos generalizados con hinchas de toda procedencia y
extremos. Vale recordar que ha tenido desde presidentes de
raíces israelitas como Abraham Schayman a árabes, como Sergio
Asbún. El alcance atigrado también lo demuestran, por ejemplo,
los trofeos y galardones que obsequiaron dos de los
protagonistas de la lid que marcó al país en los años 40: el
presidente nacionalista Germán Busch y su antítesis, encarnada
por el barón del estaño Carlos Víctor Aramayo, ambos
stronguistas declarados. A esa lista de personalidades
selectas se suman también figuras como el líder sindical Juan
Lechín, quien además jugo en el plantel.
Busch y Lechín combatieron en la guerra del Chaco
(1932-1935) y el primero alcanzó la declaratoria de héroe.
Otras personalidades destacadas en aquella trágica
confrontación, como Bernardino Bilbao Rioja, Rafael Pabón,
Lisímaco Gutierrez, Luis Villavicencio, Rosendo Bullaín así
como los hermanos Manchego y Sallez también han dejado sus
testimonios de marcada simpatía por “el tigre”.
Es más, en un hecho sin precedentes, la mística del club se
inscribió con nombre propio en la misma historia nacional.
Directivos, hinchas y futbolistas de la institución formaron
parte de los batallones que alcanzaron la mayor victoria
boliviana en aquella contienda, la gesta conocida como “Cañada
Strongest”. La foto y bandera de aquellos destinados al frente
de batalla ocupa otro lugar privilegiado en la sala de
trofeos.
El club también ha conmovido el corazón de los artistas.
Entre decenas de composiciones musicales dedicadas a The
Strongest figura la célebre Chayñita. Se la dedicó Adrían
Patiño, uno de los más renombrados músicos bolivianos. La obra
ha llegado a ser interpretada por orquestas sinfónicas
internacionales. Las partituras ya se organizan para que
dentro de algún tiempo asuman su lugar en el museo.
En el sector de fotografías de la sala de trofeos se
advierten además las representaciones de las filiales que el
club generó en todo el país. Incluso los atigrados, de manera
exclusiva, pueden celebrar el tener un territorio cautivo: los
Yungas paceños. La comunidad de ese trópico es uno de sus
símbolos y ha brindado varios de los jugadores más importantes
como los hermanos Iriondo y el emblemático Ramiro
Castillo.
Sin embargo, entre todos los espacios del salón de trofeos
de The Strongest uno parece concentrar la mística y glorias de
la institución. Allí, fotografías y copas recuerdan la etapa
1969 – 1970. En símbolos se resume la historia de aquel equipo
que el destino inmoló en el accidente aéreo de Viloco. La
tragedia desató una ola de solidaridad generalizada que
incluyó a la comunidad futbolera mundial y nacional,
especialmente a los clubes Boca Junior y Bolívar.
En la vitrina figura la directiva atigrada de ese año,
considerada como la mejor hasta la fecha. Encabezados por
Rafael Mendoza, dirigentes como Antonio Asbún, Mauricio
Reitzchaird y Marina Azcárraga posan en un terreno baldío del
entonces inexistente barrio de Achumani. Allí ellos
proyectaron el monumental complejo deportivo y gran parte de
la primacía deportiva que hoy ostenta el club.
A ese célebre grupo perteneció Jaime Oblitas, un ingeniero
atigrado que pacientemente desde 1999 organizó la sala de
trofeos de The Strongest. Fiel a esa raigambre de entusiasmo y
voluntad ha dotado al recinto las condiciones seguridad, orden
y presentación virtualmente en solitario. Le ha entregado al
país la historia pintada con los colores del felino más bello
de la naturaleza y el mensaje de que “el tigre siempre marcha
primero”. ¿Alguna duda?